Salud de la mujer
mayo 12, 2011
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Un diagnóstico de la migraña sin ninguna base científica

El test diagnóstico que relaciona los alimentos con la migraña y que ha sido publicada en varios medios informativos de radio y televisión “no tiene ninguna base científica”, tal y como ha declarado el coordinador del grupo de estudio de Cefaleas de la Sociedad Española de Neurología, el Dr. Samuel Díaz Insa.
Según Diáz Insa, “no hay en la literatura médica ninguna publicación ni comunicación a reuniones nacionales o internacionales que avale las afirmaciones difundidas”.
En palabras textuales del doctor: “Sentimos mucho que no se contrasten este tipo de noticias con la comunidad científica antes de su difusión. La migraña es una dolencia que afecta a muchos pacientes, a algunos de ellos con gran repercusión en su calidad de vida. Debemos proteger a dichos pacientes de este tipo de informaciones que pueden suponer una falsa esperanza y que en muchos casos suelen tener detrás intereses puramente económicos.”
Por parte del Instituto Palacios queremos notificar que nuestra neuróloga estará encantada de contestar a cuantas aclaraciones consideren necesarias por el bien de las pacientes, que son las que pueden ver agredidos sus intereses con este tipo de informaciones no contrastadas.
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Aunuqe es posible que el Dr. Samuel Díaz tenga alguna razón, es claro que la “comunidad científica” ha sido rebasada con mucho por su gran incapacidad para encontrar solución a enfermedades para las cuales sólo describe “cuadros”, poniéndoles nombre a diestra y siniestra (síndrome de Sjogren, sindrome antifosfolípidos y mil síndromes más) como si el hecho de asignar nombres fuera muy “científico” y -ahora sí- mágicamente se solucionaran de esa manera las afecciones (dígame usted qué médico que le “diagnosticó” un síndrome para el cual -según la comunidad científica- no se ha encontrado curación también le dijo: “no me debe nada, porque usted no vino a que le pusiera nombre a sus dolencias, sino a que lo curara-. Tenemos que ser más serios y hacer a un lado el criterio de “científico” o “no científico” para definir cuándo un enfoque o abordaje es correcto. Por lo pronto propongo que la comunidad científica sea más rigurosa y autocrítica en sus procesos antes de arrogarse el derecho de ser la rectora de lo que es útil y lo que no.